PLAN DE VIDA DE MADRIGAL




1. INTRODUCCIÓN

Desde hace casi dos décadas, en el departamento de Nariño, se han impulsado dinámicas participativas de planeación y gestión, a través de la implementación de cabildos populares. Pensando en fortalecer estos procesos sociales, en el año 2006, se realizo la formulación de planes de vida en municipios de tres regiones del departamento: centro, occidente y norte. Posteriormente, se acompañaría la formulación participativa de planes de desarrollo; y en una etapa posterior, la formulación, gestión e implementación de proyectos estratégicos. De esta forma, se completaba un ciclo que está articulado al cronograma político de la región, y que pretende aportar elementos, para cualificar la cultura política de las comunidades, como protagonistas de nuestro propio desarrollo.

En el segundo semestre de 2010 se retomó el camino el camino, recogiendo los aprendizajes del primer ciclo. De esta manera, se siguió fortaleciendo el proceso iniciado hace cuatro años, y se acogieron nuevas localidades que mostraron interés en la propuesta. En el 2006, habíamos abordado la formulación de los planes de vida, desde el ámbito de las localidades y los municipios. En esta ocasión, el proceso se inicia desde el escenario de barrios y veredas para, desde allí, construir horizontes que se articulan en las localidades y, finalmente, aportar a la construcción de una mirada municipal.


2. PRESENTACIÓN: ¿QUÉ ES UN PLAN DE VIDA Y POR QUÉ LO CONSTRUIMOS?


El plan de vida es el camino que traza la comunidad, para organizar su trabajo a corto, mediano y largo plazo. Es un proceso integral, ya que incluye todos los aspectos de la vida comunitaria: espiritual, cultural, económico, ambiental, social y político. Es también, una opción por la sostenibilidad, entendida con un horizonte de vida que busca generar relaciones armónicas de los seres humanos entre si, y de estos con su entorno.

Uno de los primeros pasos que nos propusimos, para fortalecer el proceso de plan de vida, fue la formulación de su documento. Este nos permite recoger, de manera ordenada, nuestros sueños de futuro, y el camino para alcanzarlos; fortalece nuestra capacidad de emprender iniciativas, la calidad e impacto de nuestros proyectos, y nuestra capacidad de interlocución comunitaria, con los diferentes actores que hacen presentes en el territorio.

Los planes de vida, construidos colectivamente, permiten a nuestras comunidades, cualificar su capacidad de comprender y dinamizar los diversos procesos políticos, económicos, sociales, culturales, ambientales y espirituales que se desarrollan en el territorio. Estos planes contribuyen a:

* Ordenar la acción, gestión e inversión en el municipio
* Cualificar y consolidar las organizaciones sociales
* Desarrollar procesos actores sociales e institucionales del territorio, en torno a propósitos comunes.
* Poner al servicio de la construcción de región sostenible, todos los saberes, acciones y afectos que hacen parte de nuestro espíritu, y
* Fortalecer la autogestión comunitaria.

A partir de los procesos de desarrollo social, organizativo, y humano que comprende el plan de vida, las comunidades entran en dialogo con el gobierno, en sus diferentes instancias territoriales, y la cooperación nacional e internacional, para invitarlos a sumarse a nuestra iniciativas. En este sentido, el plan de vida es un activador de tejido social, de la integralidad, y de la autonomía; favorece la creación de escenarios de participación directa y estimula ejercicios concretos de autogestión que recrea los sentidos de los habitantes sobre su vida en el territorio.

El proceso de construcción de los planes de vida, le apuesta a cualificar los proceso de planeación participativa del territorio. Esto se hace pertinente, cuando se llega a la implementación de acciones y proyectos, que inciden en el mejoramiento de las condiciones de vida de los habitantes de la región. Por eso, en esta fase de proceso, el plan de vida parte de la identificación y valoración de las iniciativas que están en marcha en el territorio, entendiendo que los procesos de planificación no parten de cero, sino que ya se encuentran en implementación, gracias a la voluntad y liderazgo de las comunidades.

De esta manera, el plan de vida estimula y fortalece la capacidad de nuestras comunidades, para gestionar proyectos y actividades, haciendo realidad los sueños y aspiraciones. Así entendemos lo que llamamos autogestión comunitaria. Para el éxito de cualquier iniciativa en este ámbito ponemos en práctica el criterio del “todos ponen”, donde son muy importantes aquellas cosas que podemos hacer, por nuestros propios medios, así como aquellas cosas que luego nos pueden aportar actores externos. En síntesis, no podemos delegar en otros, la responsabilidad de la realización de nuestros sueños y anhelos. Este es uno de los grandes retos que nos ayuda a superar el plan de vida.

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